Nuestras sociedades industriales tienen una gran dependencia de la energía. Energía para el transporte, para la iluminación, para la refrigeración, para el funcionamiento de los sistemas digitales… Cada vez son más los requerimientos energéticos que tenemos y la dependencia que tenemos de ella. Los combustibles fósiles nos han proporcionado durante décadas una fuente de energía abundante y barata, que ha propiciado esta dependencia y en ciertos casos derroche energético: iluminación excesiva, viajes lowcost, transporte transoceánico a bajo precio… Este aprovechamiento de los combustibles fósiles como fuente de energía y recursos nos está llevando también al deterioro del equilibrio ambiental y es la causa del calentamiento global. Por otra parte, al no ser un recurso renovable (o tener una renovación de miles de años) nos está llevando a su agotamiento, disminuyendo la oferta y por lo tanto a la subida de los precios.

La electrificación se ha convertido en el gran mantra de las políticas públicas, ir sustituyendo el transporte a base de combustibles fósiles por aquel impulsado por vehículos eléctricos, lo que hace que aumenten las previsiones de demanda de energía eléctrica, que hasta ahora se extrae en gran medida de la quema de combustibles fósiles. En España, los combustibles fósiles han cubierto más del 77% de las necesidades energéticas, la nuclear el 12% y las energías renovables apenas el 11%.

Desde las instituciones públicas, privadas y los ámbitos científicos, se están analizando otras formas de obtención de energía eléctrica más sostenibles, algunas de las cuales ya están en marcha. Energías renovables como la hidráulica, eólica o la solar están ampliamente implantadas en muchos países y hay investigaciones punteras evaluando otras fuentes de energía. Pero esto no basta. Las fuentes renovables hasta la fecha no pueden abastecer toda la demanda (que sigue creciendo) y muchas de ellas están ocupando grandes extensiones de terreo agrícola y forestal, con el consiguiente impacto social y ambiental.

Es necesario que seamos conscientes de que junto a la investigación en nuevas fuentes y en mejorar la eficiencia, es imprescindible apostar por una reducción de nuestros consumos energéticos, por no derrochar la energía, no solo apagando la luz, sino también reduciendo nuestros consumos de otros productos. Es necesario impulsar la producción descentralizada, más cercana al punto de consumo y apoyada en comunidades energéticas. La solución para el futuro energético viene de multitud de acciones compaginadas, que las podemos hacer de forma ordenada o esperar a que sea obligada por la carencia o el elevado precio de la energía.


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