La astronomía y la astronaútica ha sido algo que me ha fascinado desde siempre y recuerdo que me ha acompañado en muchos sueños e ilusiones. Pero cuando intento identificar un momento especial que se me haya quedado marcado no sabría definirlo.

Uno que sí que lo tengo presente fue el accidente del transbordador Challenger. Era el primer accidente mortal de una nave espacial que se había producido durante mi vida, el anterior se había producido en 1971 en el accidente de la Soyuz 11. En aquella época, los transbordadores eran la manera habitual de viajar al espacio por los astronautas norteamericanos y se había convertido en viajes casi habituales. Recuerdo haber visitado una maqueta de un transbordador en una exposición que visité en Madrid y viajar en él formaba parte de mis sueños infantiles.

Y ocurrió lo que nadie esperaba. Era su décimo viaje, el 28 de enero de 1986, a los 73 segundos del despegue, la nave explotó esparciendo sus restos por el cielo. En la mente se me ha quedado la imagen de esa columna de humo que va subiendo, se engorda y del que salen fragmentos despedidos. Según se comentó, la tripulación sobrevivió a la explosión y aunque la cabina no se desintegró en la explosión no pudo soportar el fuerte impacto contra el océano donde fallecieron sus siete ocupantes.

Esa misión era especial porque viajaba la primera maestra astronauta, Christa McAuliffe, que no pudo llegar a cumplir su sueño de dar su clase desde el espacio. Fue un accidente que produjo un fuerte impacto y retrasó posteriores misiones con los transbordadores.

Pero pensando en un momento más alegre, en el que también estuvo involucrada un transbordador espacial, recuerdo la puesta en órbita del telescopio espacial Hubble. Fue puesto en órbita por el transbordador Discovery en abril de 1990 y representaba todo un hito en el estudio del espacio. Todos estábamos espectantes a esas primeras imágenes que nos iba a proporcionar y que prometían ser fascinantes. Aunque recuerdo que para sus mejores fotos hubo que esperar un tiempo hasta que consiguieron corregir una aberración esférica que interfería en la calidad.

Esta misma sensación la estamos reviviendo estos días con el lanzamiento y despliegue del telescopio James Webb. Volvemos a estar expectantes con la nueva información que extraerá que nos ayude a descubrir algunos de los misterios del firmamento.


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